Los perros se esconden para morir narra lo que vive Samuel, un joven periodista que decide buscar a un solitario y enigmático poeta, para conocerlo y contar su historia. Abrahán, el joven poeta, es dueño de una alegoría llena de circunstancias intensas y difíciles, así como de insondables análisis de lo que se vive en nuestra época, de manera que en sus líneas se hallan lecciones profundas sobre distintas vicisitudes que afectan a todo humano. Después de que ambos se encuentran, emprenden un vehemente viaje por lugares devastados, áridos, en crisis; van en búsqueda de un amor.
Louder, una enfermera y rescatista de heridos en combate, es a quien buscan.
Y Snark, un perro que ha pasado por la vida de casi todos los personajes de esta apasionante y reflexiva historia, termina introyectando a todos en una de las inferencias del abuelo: «Los perros en el campo, cuando están tristes, cansados, enfermos y muy viejos, se van hasta lo más lejano de los bosques, o de cualquier recóndito lugar, y se van escondiendo hasta morir… Y los seres débiles, cuando ven su porvenir oscurecer, hacen lo mismo: se esconden solo por evitar el dolor y se mueren sin alcanzar a sentipensar su existencia; cuando, de por sí, el hecho de vivir posee todos los sentires y pensares posibles. No es necesario haber muerto para pensar que hemos vivido; quizás, estuvimos siempre muertos, y más, si no sentimos nada. Los perros antes de morir, en su lecho de muerte, se alejan de sus seres queridos para no hacerles sufrir. Pocos amores se pueden parangonar como con el que obsequia un perro hacia sus acompañantes».