Cuanto tiempo pensándote.
Cuanto tiempo en mi memoria.
Cuanto tiempo echándote de menos.
Cuanto tiempo pensando en tus consejos, no en los buenos y sabios que
me diste, en los que me faltaron y tanto echo de menos a la hora de tomar
tantas y tantas decisiones.
Cuanto tiempo llorándote sin que nadie lo note, pero solo tú lo sabes.
Cuantas veces de cerrar los ojos para intentar reunirme contigo.
Cuanto egoísmo el de mi parte cada vez que te dije un ahora no puedo.
Cuanto amor diste con solo tu mirada y sin decir nada.
Cuanto te echo de menos en mi presente, aun sabiendo que me acompa-
ñas con tu alma.
Cuanto callaste para unir, aun sabiendo que tenías mucho que decir.
Cuanto te echo de menos en mis silencios.
Cuanto he necesitado oír tu voz aun sabiendo que ya más no te oiría.
Cuanto tiempo abrazándome al silencio de la noche y la luz del alba de
cada día…
Cuanto te echo de menos, Lorenzo Díaz.
Nuestra reunión se producirá algún día. Pero mientras llega o no, sigue
guiando mis días.