Una vez más, el pasado se hace presente en la Villa en asuntos que allá no quedaron bien resueltos y que ahora, tras casi doscientos años olvidados, vuelven a ponerse en marcha en busca de un desenlace que, en su momento, no supieron encontrar.
La propiedad del Grupo, los barros ferruginosos de las minas abandonadas en las abruptas y encinosas laderas de la Peña, el palacio de D. Leopoldo de Sola y los espectaculares cedros de su jardín, arrasados por la poderosa e imparable dictadura de lo fabril, los cálices de Dorleta custodiados por cuatro amigos que, en los albores del siglo XIX, se confabulan en una hermandad hija de la Ilustración.
El catedrático D. Odón, el emigrado D. Leopoldo, el empresario D. Claudio y su caserón neorrenacentista, y el notario D. Emilio Otaduy, cronista de las peripecias de los cuatro…
… y aquí, ya en un escenario actual, también de nuevo la Alcaldesa, el jefe Zulueta y su ayudante el funcionario, el Comisario y otros nuevos personajes enredados en cuestiones antiguas complicadas de entender; cuidándose de peligros que, para algunos, finalmente son letales.
Heterodoxos fratellos y suoras de la Fraternidad del Grande Uomo, poderosas accionistas del Cantábrico de Crédito, policía nacional, autonómica y municipal investigando asistidos por PreDel, un artefacto casi profético… el comandante Arsenio Espinosa y su enemigo, la mutación temporal de un ciudadano desconocido, acomodado y respetable para quienes creen conocerle.
—Y todo esto… ¿para qué? —preguntaría el funcionario al jefe Zulueta mientras, en la furgoneta municipal, patrullaban por la Villa.
—Pues yo creo que para entretener al lector —contestaría este—. No se me ocurre otra cosa.
Y efectivamente, no se trata de otra cosa… de manera que, si es eso lo que busca, puede que este sea su libro.
Del mismo autor:
Los ARIZA. El jardín del Ingeniero (Círculo Rojo, 2022)