En la madrugada del primer día del año 1989 aparece en el rompeolas de Baiona un cadáver. La investigación empieza con la extrañeza del lugar donde se encuentra, de difícil acceso: a simple vista, parecía que el cuerpo hubiese caído o sido tirado desde la altura de un helicóptero. Enseguida comprueban que no se trataba de un accidente, sino un asesinato. El mismo día se produce una desaparición extraña, una joven relacionada con el hombre hallado en el rompeolas, cuyo vestido, manchado de sangre, se encuentra en la playa de Samil, a varios kilómetros de donde se encontró el cuerpo de su amigo.
Los protagonistas: la psicóloga, el sacerdote y la guardia-civil, así como las pistas siempre importantes que encuentra el niño que siempre está pendiente de todo, para descubrir detalles que ayuden a sus amigos. Con su colaboración, la guardia civil va descubriendo la trama enrevesada que llevó a cometer ese crimen. En medio de la investigación surgen extraños anónimos que llegan a gente de Marinela; dardos envenenados que conducen a descubrir una historia de acoso que se repite después de diez años, cuando un muchacho desapareció sin dejar rastro. La psicóloga escenifica finalmente lo que pasó realmente con el chico desaparecido años atrás.