Con tan solo ocho años, Milagros conoció el misterioso y el oculto mundo de la muerte. Una pérdida que la condenó a dar un giro en su vida. A lo largo de su historia podemos ver a una niña madura por los extraños acontecimientos que diariamente la envolvían en su áspera vida.
A pesar de aquellas perturbaciones, ella hacía todo lo posible por ser una niña normal, las ilusiones de una vida llena de esperanza, entereza y valentía. El amor incondicional por su abuelo fue lo que matizó las pérdidas de aquellos lamentables momentos.
Fue creciendo llena de sentimientos hasta su adolescencia, cuando pasaba la Navidad sentada en su cierro con su madre y sus tías la llenaban de felicidad. Una Semana Santa, y aquellos paseos largos divisando el mar con su inseparable abuelo la colmaban de dicha. Empezó sus estudios de enfermería en el hospital, donde a la vez, empieza para ella una bonita e insólita historia de amor. Un amor, que la lleva a desorientarse de su inseparable abuelo.
Aquel fatídico amor solo la lleva al engaño, pronto se da cuenta de que aquel sentimiento inocente, solo había sido una farsa por parte de él, durante casi un año.
De nuevo es su abuelo el que permanece a su lado en todo lo que conlleva la inocencia de un primer amor. De nuevo, su único refugio fue su abuelo, los brazos de aquel hombre corpulento de ojos azules, y el que la enseñó a oír los susurros del viento…
Poco a poco Milagros, empieza a recuperarse y de nuevo se vuelca en lo que más le apasiona: sus prácticas en el hospital, dando rienda suelta a esa atormentada y fingida historia de amor.
Hasta que un día, después de volver a pasar por momentos desalentadores, aparece, un día de esos cotidianos… aquel muchacho, ese, con el que ella había soñado años atrás.
Juntos, emprenden un apasionante camino. Pero como siempre, ella, sufre un inseparable golpe del que no se recuperará nunca…