Después de andar por Los caminos del duende (Círculo Rojo, 2.013), este joven poeta vuelve ahora para recorrer nuevas veredas poéticas. Aquella primera obra tiene ahora continuidad con esta segunda entrega bajo el título de Lunas, ver edas y utopías, un poemario cuya tonalidad es, desde todos los ángulos, deudor del iniciático. Están escritos los versos con la soltura de la cotidianeidad, la oralidad y la musicalidad de la poesía popular, propia del poeta que mira la vida sin el artificio del bastidor de la experimentación. El conjunto de poemas es, así, en buena medida, un diálogo del autor con su propio interior, buscando en la palabra escrita una reflexión que le lleve a entender su relación con el mundo por lo general más inmediato que le rodea, donde prima el cultivo de la visión sentimental acerca del amor, el desamor sin rencor, la amistad; pero también los conflictos externos que desembocan en destellos de poesía social. Vuelve aquí el duende (desdoblamiento
de la inspiración) a ser el Virgilio que le conduce por las esferas de la vida para convertir cada poema en una donación, un agradecimiento que le vincula al entorno humano, cultural y paisajístico, que son la materia de su verso. El lector encontrará en este libro los metros contenidos y sobrios de un poeta que ejerce de sanador, de restañador de las heridas de la vida, de una voz interior que acoge y se ofrece como un abrazo para paliar la soledad y compartir la sonrisa de vivir y pelear con el mismo tesón que un salmón a contracorriente.