Toda raíz tiene un origen, una unión que nos conecta con algo previo a nosotros y que a menudo es desconocido. Muchas veces, obviamos que está ahí e incluso suele ser más fácil no explorarla, sin plantearnos nada más allá de lo que vemos o creemos que somos.
El camino para llegar a esa raíz es complicado, ya que puede dañar y sanar a su misma vez. Acunar un llanto y desgarrar un vínculo al mismo tiempo. Abrazar sosteniendo el miedo y asfixiar las ganas de echar raíces en lugares nuevos.
Regar, romper y reconstruir esa raíz es un proceso de descubrimiento constante que sigue su curso sin una fecha límite. De hecho, dudo que termine nunca.
Las vivencias, circunstancias, personas y todo lo que nos rodea son fundamentales en esta transformación. Desde mi punto de vista, son aquello que la llena del verdadero valor, lo esencial realmente.
Este es un viaje hacia mi interior, impulsado por la necesidad de indagar en él y en todo aquello que le rodea para comprenderme mejor, salvarme y ver el mundo con otros ojos. O quizá, dejar que él me vea de nuevo mirándole distinto. Aportando claridad a algunos rincones luminosos que permanecían a oscuras con el paso del tiempo.
Espero que podáis disfrutar del recorrido, haciéndolo vuestro e iniciando un viaje, sin equipaje.