La Base Naval de Málaga en los primeros meses de la Guerra Civil española merece un estudio unitario e independiente. La acogida en sus aguas de la mayoría de los buques de guerra que quedaron a favor del gobierno republicano da prueba de su importancia estratégica. El lector tiene en sus manos una cronología de los sucesos más relevantes y otros inéditos que se suceden en la Base y en su hermanada ciudad de Málaga desde el 18 de julio de 1936 hasta que abandonada a su suerte cayó en poder de las tropas sublevadas el 8 de febrero de 1937. Constan las entradas y salidas de los buques de guerra y mercantes, tanto extranjeros como españoles, asimismo se recogen los 70 ataques aéreos que tuvieron lugar durante los siete meses que la ciudad y su base naval se mantuvieron en poder del Gobierno.
Se incluyen los días de las muertes y los nombres de los fallecidos a consecuencia de las bombas, también se recogen los nombres de parte de las dotaciones de los buques que arribaron al puerto y de los marinos fusilados. Además, se realiza una descripción de los daños ocasionados en el puerto, en los buques y en las calles e inmuebles afectados por los bombardeos más cruentos. Se recogen pormenorizadamente los hundimientos de los submarinos B-5 y C-3, destructor Almirante Ferrándiz, guardacostas Uad Lucas, Uad Muluya, patrullera I-5 y del mercante Delfín, aportando datos inéditos recogidos del Archivo General de Marina Álvaro de Bazán. Se transcriben las innumerables comunicaciones y peticiones de ayuda que desde la Jefatura de la Base se enviaron a las autoridades republicanas para intentar conseguir una ayuda naval que no llegó.
Esta es la historia de unos hombres que, a pesar de las innumerables adversidades, contribuyeron con arrojo, valentía y espíritu de sacrificio a mantener en digno nombre el puesto militar que la marina republicana les había encomendado, todos merecen nuestro reconocimiento, pero nuestro homenaje especial va dirigido a dos marinos españoles que ejercieron cargos de especial relevancia. Baudilio Sanmartín García (jefe de la Base) y Remigio Verdía Jolí (jefe de la flota submarina).
A Sanmartín por su trayectoria durante toda la contienda y por haber ejercido su puesto en Málaga con total dignidad hasta el último momento. A Verdía por su gran preparación y por el cargo militar de enorme responsabilidad que le confió la República, a la que se unió por convicción y defendió hasta el último día de su vida, cuando cayó muerto en la calle Córdoba en uno de los innumerables bombardeos que soportó la capital