Cuando más cerca paseábamos de las nubes de la felicidad, la vida nos acechó y nos obligó a vivir sin ti. Nadie nos enseñó a esperarte dulcemente meses, para días después de tu llegada volver a nuestro hogar con el corazón lleno de amor, pero los brazos más vacíos que hemos sentido nunca. Con preguntas sin respuesta, sin poder rebobinar. Con un ejercito de besos y abrazos dados, pero con miles de cuentos sin poder contarte. Con un duro y triste viaje en el que tener que sobrevivir echándote de menos.
Un tiempo después tu hermanito llegó para cambiar nuestra vida de sitio, y con él las sonrisas y los días llenos de color. La esperanza de volver a rozar el cielo y de reír sin miedo.
¡Míranos, cariño! Estamos de pie. Por difícil que haya sido el camino, juntos somos mucho más grandes que él.