El detective privado internacional Wolfgang se desplaza a Sanlúcar de Barrameda para una delicada misión encubierta. Va a parar a una ciudad en plena celebración de la Feria de la Manzanilla. Su base de operaciones es un lugar discreto en el barrio pesquero, donde la pobreza y la superstición van hermanadas. Su objetivo es el comisario de policía Gordillo, sospechoso de corrupción. Las pesquisas le conducen a una distinguida urbanización, cuyos propietarios valoran más de lo normal su privacidad. Su misión se complica más de la cuenta cuando se ve implicado en la misteriosa desaparición de una niña de corta edad. El rastro le conduce a un linaje de barones de la manzanilla, que Gordillo resulta visitar con sorprendente frecuencia. Wolfgang, ayudado por quien menos se lo esperaba, se infiltra en la familia y su majestuosa bodega, donde nada se decide sobre los centenarios barriles de manzanilla sin que pase por el inescrutable jefe de bodega. Wolfgang queda convencido de que guardan un secreto que quieren preservar a cualquier precio. También la distinguida paz que rodea a la urbanización resulta que no es más que de relumbrón. Encima, Wolfgang sufre el acoso de un enemigo imprevisible que quiere matarlo… Con el trasfondo de la Feria y su apasionada música flamenca, Ellen G. pinta una ciudad andaluza donde nada es lo que parece. La única certeza es el calor que todo lo abrasa, el olor a salitre del océano y la irreprochable calidad del líquido dorado llamado manzanilla. Esta novela negra, de la que cada página incita a leer la siguiente, no solo está extraordinariamente bien ambientada, sino que exuda tensión y hace latir la pasión.