Margo Pool, holandesa de nacimiento, pero ciudadana del mundo, quiso conocer más. Dejando su vida en la ciudad, y convirtiéndose en nómada sin rumbo concreto, pero con destino claro: vivir rodeada de la naturaleza olvidándose de las prisas. Que los únicos relojes que importen fuesen los biológicos. Poder prescindir de esas «absurdas» reglas que rigen la sociedad. En su camino conoció a Martin, activista de Amnistía Internacional, compartiendo los mismos sueños. Juntos recorrieron miles de kilómetros por distintos continentes, en busca de El País de Nunca Jamás, encontrándolo en un pueblo casi abandonado llamado Santoalla, perteneciente a Petín, Orense. Allí decidieron quedarse, y allí, de manera trágica, la vida a Martín le fue arrebatada. Pero allí, en Santoalla, sigue Margo manteniendo el espíritu de Campanilla, viviendo sin rencor, y allí quiere morir sin importarle que su única compañía sean sus animales.