Un día inesperado, Mar se perdió. Quizá aquello era lo que necesitaba para volverse a encontrar. Maestra inexperta en mil historias de su día a día, descubrió que sus dos mundos, el de la vida y el de la escuela, no distaban tanto el uno del otro. Las palabras de su abuelo siempre lo confirmaban: «Todos somos un poquito maestros en nuestras vidas».
A través de un sinfín de anécdotas, como buen docente que era, el abuelo sabía crear el espacio necesario donde el cerebro de su nieta pudiera corretear libremente para encontrarse de forma inesperada con algún aprendizaje. Una auténtica «serendipia educativa» como les gustaba llamar a ambos y con la que tanto disfrutaban.
Sin duda, le regaló una maravillosa aventura alrededor de la vida y, sobre todo, un viaje inesperado a su interior; al fin y al cabo, es ahí donde todos vivimos la mayor parte del tiempo.