Me verás cruzar el Ebro es la historia de uno de los últimos supervivientes de la mayor batalla de la historia de España, la batalla del Ebro: Nicolás López López, de El Cántaro, Serón (Almería). Nacido en 1917 como el menor de seis hermanos, pronto se quedó sin padre como consecuencia de la pandemia de gripe española de 1918. Su familia emigró a Barcelona en busca de mejores condiciones de vida.
Con la llegada de la sublevación militar de 1936, sus tres hermanos Gabriel, Manuel y Antonio, al igual que Nicolás, fueron movilizados por el Ejército Popular de la República para combatir al fascismo. La historia de Nicolás representa la de tantos soldados que lucharon por la libertad del pueblo.
Su bautismo de fuego tuvo lugar en la Batalla de Alfambra, en Teruel; soldado de una compañía de transmisiones, debía observar el cielo turolense para rellenar partes militares con los cuales mejorar la coordinación de las operaciones bélicas. El frente de Aragón, en localidades como Belchite, Codo y Mediana fueron los siguientes lugares por los que pasó nuestro almeriense encuadrado en la 44 División republicana, dentro de la 144.ª Brigada Mixta.
La denominada Campaña de Aragón —de principios de marzo de 1938— hizo bascular hacia el noreste a las unidades militares en las que se encontraba nuestro soldado Nicolás. Participó en la Batalla de Lérida —a principios de abril de 1938— y formó parte como unidad de reserva para la mayor batalla de la Historia de España, la batalla del Ebro. Con el desarrollo de las operaciones, aquel infierno de bombas, tanques, aviación, desesperación y fuego, Nicolás entró en la primera línea a la altura de La Fatarella, para combatir hasta la extenuación en la Venta de Camposines, un enclave estratégico de gran importancia logística para el suministro de las tropas republicanas.
La represión franquista no escapa a la historia de Nicolás, el último soldado de Serón. Un verdadero ejemplo de honor, ideal y bondad en tiempos de la guerra de España 1936-39.