Solo cuando me ensimismé en la oscuridad pude agrietar este mosaico de microrrelatos que, partiendo de una exaltación anecdótica, siempre sucumbieron a la especulación; o bien imitadora de un ensayo regocijado en lo desconocido, o bien desgarrada por el sentimentalismo de una juventud cuyas críticas existenciales coagularon en una fosa de incertidumbre y soledad.
Las vertientes emocionales, autobiográficas y alegóricas que fundí en esta obra permanecen en el anonimato no porque reflejen una realidad autografiada, sino por el retrato poliédrico que calcaron de mi sombra; un alter ego que, solo deslumbrado por la oscuridad, pudo reconocer y expresar sin remordimientos su desesperanzadora impresión del mundo y de sí misma en un protagonismo encriptado que, incluso aquí y ahora, temo atribuirme.