Tenemos una voz joven, pero profundamente madura, que al acabar de leer nos deja tocados, sensibilizados, transmutados. Pues no es otra la tarea de René Paul que cuestionar la realidad en la que vivimos, con sus certezas. La palabra, el diálogo poético, nos ayuda a interpretar y cuestionar esa realidad, desbrozando las costras que, como cataratas de la vista, se pegan al alma y nos hacen más impermeables e insensibles a la vida que nos rodea, a sus sombras y a sus luces, a sus grandezas y a sus miserias. Por eso se nos hace necesaria su lectura, por eso al acabar de leer exigimos una próxima y pronta entrega que continúe corroyendo la monótona existencia. Necesitamos que siga alimentando nuestras almas con poesía y purgando con palabras ciertas nuestras conciencias.