Así, termina ya esta experiencia, que me ha resultado extraordinaria al haber sido para mí tan enriquecedora humanamente, aunque, desde luego, no tengo ni la más mínima seguridad de que con ello haya hecho algún acopio bancario en las cuentas del cielo, pero me basta y sobra con la riqueza de vida terrenal que he adquirido al haber disfrutado de tantas bellezas paisajísticas y artísticas, de tantas cosas como he aprendido leyendo, mirando y escuchando, y sobre todo de tanta gente buena e íntegra con la que he compartido este Camino; (…) En fin, que ha sido una pena que no nos podamos quedar aquí varios días más, aunque sólo sea para callejear por esta ciudad encantada y encantadora, gracias, sí, al despliegue histórico de la prodigiosa imaginación humana, que, para bien y para muchos males también, se puebla de delirios, de ángeles, de demonios, y de milagros, pero asimismo no menos, y ese es el gran milagro real, de inmensas generosidades y bellezas humanas.