En junio del 2002, Mariquilla, una mujer avanzada para su época, original, impetuosa y clarividente, sufre un ictus cerebral que la deja imposibilitada y dependiente de su familia durante dos largos años. A ratos completamente ida, a ratos extrañamente lúcida, reconoce con un dolor que traspasa el alma: «He imaginado mi muerte de todas las maneras posibles, pero lo que nunca llegué tan siquiera a imaginar es que me volvería loca».
Verónica, la primogénita de Mariquilla, se sumerge de lleno en la saga familiar, que comienza con la llegada de sus bisabuelos maternos a Tánger, a finales del siglo XIX, y a través de los cinco sentidos relata sus vivencias durante el turbulento siglo XX, la convivencia armónica con las distintas culturas y nacionalidades de la época y los cambios sociales y tecnológicos que enriquecerían sus vidas hasta su retorno a Málaga, en la segunda mitad del siglo XX.
El perfume del tiempo las traslada en «las horas brujas de las mujeres en patios y azoteas» hasta el siglo XXI, conciliando en un presente atemporal todos los recuerdos.