Siendo niño recibió el impacto de la mirada de un Cristo agonizante. Este hecho influirá es sus juegos infantiles, creando pequeñas esculturas sobre la Pasión que le acercan desde lo espiritual a su gran pasión, el arte.
Pero nació en los años difíciles de la posguerra. Nada es fácil de conseguir y ha de luchar contra todo, y contra la propia familia, con tal de conseguir el reto que se impuso: estudiar Bellas Artes y ser el mejor.
Atrás van quedando los años de seminario, la revolución sexual de los sesenta y la aceptación de su orientación homosexual. Fueron experiencias que le marcaron, pero las superó para conseguir sus objetivos. Cuando parecía ir hacia la cumbre del olimpo artístico, una agresiva enfermedad se cruzó en su camino, obligándole a regresar a sus raíces y al conformismo de una vida sedentaria por prescripción facultativa.
Se reencontró con aquella mirada prodigiosa que le marcó el camino a seguir, y que ahora le llevaba a la frustración. No se deja abatir, lucha contra todo pronóstico médico por recuperarse física y mentalmente, utilizando el recurso que siempre le apasionó y que mejor sabe hacer: el ARTE.
Manuel Vélez Cea. Universidad de Granada