«En esa penumbra recordé a Desirée y busqué la analogía entre ella, Karen y mi tía Lola, tal vez absurda, y, tal vez la encontré, en una palabra: valentía; y pasé a tomar otras hierbas».
Mi tía Lola y otras hierbas describe las vivencias de una pintora —a modo de autorretrato de la autora— cuando, a principios de los 80, decide viajar a París: un viaje que no solo surge por la necesidad de pintar y aprender, sino de palpar su realidad interior, inspirada en la vida libre y tierna de su tía en la Barcelona de su infancia y adolescencia.
Pasan de puntillas por sus páginas mujeres y hombres análogos a ese personaje esencial de su memoria o, tal vez, de su imaginación. Como contrapunto a ellos, surgen figuras antónimas que le servirán de ayuda para profundizar en el conflicto o en el equilibrio de su conocimiento y de su vida.
El relato se construye y se enriquece con los nexos humanos que la protagonista establece con las personas que va encontrando.
Una novela de crisis y de duros aprendizajes, pero también de entusiasmo, divertimento, audacia y coraje para ser ella misma en un mundo que ella busca y encuentra.
La obra es también un palpitante documento de determinados espacios y ambientes de las dos ciudades evocadas, descritos a la luz de la mirada pictórica de la protagonista.