Las reflexiones que componen este libro no van a hacer bien a nadie. Quien se imponga a sus miedos y decida, por cabezonería o temeridad, adentrarse en estas páginas se encontrará con un conjunto de textos que arremeten contra casi todo. Aunque no se trate de un texto narrativo, sino más bien de un conjunto de delirantes diatribas, de él puede extraerse, por encima de todas las cosas, la figura de un personaje: el que escribe. Un personaje marcado por sus odios (odio a la cultura moderna de internet, a los fanfarrones, a los que les sonríe la vida o hacen que así lo parezca, a las figuras de poder…), pero también por sus fracasos (sociales, filosóficos e incluso sexuales). Un ser que se antoja odioso, pero también humano, y por tanto digno de compasión. Si tuviera que describirse este libro de alguna forma, podría definirse como un manual de antiayuda, por la manera directa de dirigirse al lector y el tipo de consideraciones y consejos que lo forman. Pero en él nadie encontrará consuelo ni sosiego. Como mucho, terminará sintiéndose como al despertar, desnudo y aún algo borracho, después de recibir una paliza en el callejón trasero de una discoteca: desprotegido, dolorido, pero con un poso de valentía y ganas de afrontar la vida que solo puede provenir de la locura y de la insensatez.