“Empezar a entrenarse para la educación emocional es comenzar a abrir el corazón, que es, simbólicamente, la sede de las emociones. Debemos empezar a abrirnos tanto para dar caricias como para recibirlas”. En forma de viaje, transitar por la vida, transitar por las emociones. De ahí surgen las preguntas: ¿Las emociones pilotan nuestra vida? ¿Puedo materializar mis verdaderos deseos? ¿Cómo estar de una forma más constante en el sentimiento del amor, en el centro de todo lo que gira? ¿Es útil orar? ¿Es necesario hacer los duelos? ¿Qué son los estados de lucidez? ¿Realmente me merezco ser amado/a? ¿Es posible sentir la unidad, aquello de lo que formo y soy parte? ¿Doy prioridad a lo que verdaderamente es importante en mi vida? Puede que este viaje, entre real e imaginario, le lleve a hacerse preguntas y buscar dentro de usted mismo las respuestas. La Inteligencia Emocional será un bastón donde apoyarse, para llegar a su última estación: A dirigir sus propias Miradas hacia su interior.