Luego de saborear el Mirlo de azúcar, a través de cuatro impresionantes estaciones, María Teresa Bravo Bañón confirma, una vez más, con sus versos la sabiduría de Jorge Luis Borges al sostener que toda buena literatura es, en definitiva, autobiográfica. En compañía de oportunos epitafios, en estos poemas, hemos navegado dulce y pasionalmente entre el amor (vida, corazón, beso, ilusión, danza de existencia, presencia, reverdecer, posesión del presente completo) y la muerte (ausencia, silencio vuelto elegía, olvido, hielo, desencanto, abandono)
Nos sumergimos emocionalmente en su búsqueda y vivencia poética entre contrastes existenciales (amor y desamor, realidades e ilusiones), presencia y deseos de la vívida memoria erótica.
Se recrea en el lector y sus propios sentimientos, uno de los tantos cómplices de esta aventura en el tiempo. Mirlo de azúcar, con su paradoja deliciosa, engolosina, envuelve en su magia, como historia fascinante de vida.
Además, el toque ekfrástico de esta edición añade una dimensión peculiar al provocar aún más a la imaginación: las fotos incluidas.
Con Mirlo de azúcar, uno se tienta a degustar una y otra vez para disfrutar nuevos sabores con esta distinguida creadora, maestra, mujer, autora, que es María Teresa Bravo Bañón. Este es un epílogo whitmaniano por cuanto el final se trasforma en una invitación para el comienzo de una nueva lectura.