Cansado de la vida superficial que vive, El Transitante decide explorar los inmensos pasajes de su mundo interior y en uno de esos viajes llega a su propio corazón. En el primer valle o cavidad ventricular descubre y se encuentra hablando con su alma; en el segundo se encuentra con sus amadas; en el tercero, con sus amigos; y en el cuarto, con todos sus difuntos. Con una argumentación precisa y tras enseñarle ese mundo maravillo por el que no pasa el tiempo, y después de mantener largas meditaciones, le invitan a quedarse a vivir con todos ellos. Es en esas meditaciones donde descubre que en realidad se encuentra en el purgatorio y que no existe un infierno como tal nos quieren hacer creer los curas desde el principio de la Iglesia. También descubre que solo los nobles de corazón son los únicos que llegan hasta allí para penar los faltas de nuestro estado transitorio; todos los demás se pierden en el olvido y la distancia.