El escenario está definido… Una sala, casi vacía, aparece tan escasamente iluminada que ni tan siquiera permite distinguir los límites de sus paredes. De hecho, repartido en el suelo de tatami, solamente se han dispuesto tantas velas como historias se van a contar. Si quieres un consejo amigo, procura sentarte cerca de uno de esos puntos de luz.
Aunque, a medida que la noche avance, y, por cada relato que se termine, una vela se apagará. Una tras otra; alejándote sin remedio de esa puerta de entrada, esa que llamamos confort y seguridad. Así son las reglas del juego en el que estás a punto de participar.
Brujas, maldiciones, demonios, fantasmas, sueños rotos, frustración o desesperación… todo cabe dentro del mundo en el que acabas de entrar.
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