La moral es agónica porque la vida para el ser humano consiste en una lucha tenaz entre la trivialización y la espiritualidad. Solamente la tensión de esta lucha puede generar la energía necesaria para crear algo duradero que sobreviva a la muerte.
La ética es trascendental porque la epopeya moral de nuestra existencia solo tiene un sentido, que es trascender al ego para que podamos religarnos al ser interno y lograr la No-Dualidad buscada por los místicos.
El filósofo griego Heráclito decía que la vida es grifos, o sea, que la vida es el principal enigma que el hombre necesita resolver para comprender la razón por la que estamos exilados en el mundo. Solamente descifrando este misterio podremos obrar en consecuencia, realizando lo que Dios espera de nosotros, que no es otra cosa que crecer en conciencia y en virtud, operando con la guía superior de una moral agónica y de una ética trascendental.
MORAL AGÓNICA Y ÉTICA TRASCENDENTAL completa la tetralogía de ensayos a través de los cuales el autor ha explorado las raíces paradójicas de la cultura occidental (El síndrome de Epimeteo. Occidente la cultura del olvido), la grandeza, la mezquindad y la necesidad de la política (La República Mediocre. Acotaciones y reflexiones en torno al sentido de la vida y de la política), y la dimensión espiritual del ser humano, reflexionando sobre las preguntas anhelantes que la humanidad se ha planteado a lo largo de la Historia (Quince cuestiones filosóficas espiritualmente relevantes).