Estamos ante una novela negra de fondo con una parte de realidad y otra de ficción en las que se narra la misma historia en tiempos diferentes. Mientras que en la ficción los acontecimientos son conocidos desde el inicio, la historia real los va descubriendo paulatinamente a través de las investigaciones del inspector Molero, uno de los personajes principales de la novela.
La motivación del crimen la manifiesta el propio asesino desde las primeras páginas y conforme se avanza en la lectura se revela la meticulosidad con que lo ha preparado y de qué manera lo va asimilando, cómo lo justifica y se acomoda a su nueva situación de homicida al mismo tiempo que es autor de una ficción en la que relata los hechos reales.
Los personajes se duplican, aunque mantienen un comportamiento similar en la realidad y la ficción hasta que en un determinado momento el autor detiene el relato para reanudarlo una vez acontecidos nuevos hechos en la historia real. Al final de esas historias paralelas, los personajes reconocen a las personas reales que representan y estas a los personajes en que les han convertido.
Junto a la meticulosidad con que se prepara y ejecuta el asesinato, se presentan hechos y circunstancias no previstas que ponen de manifiesto la dificultad de un crimen perfecto y la influencia que puede tener el azar en su resolución.