¿Por qué no es posible que en todos los territorios tipificados como «vulnerables» existan museos participativos conectados con la comunidad? ¿Acaso no es factible que se puedan incorporar las narrativas en una colección que surja del quehacer cotidiano, de los afectos, percepciones, saberes, y que ello pueda ser reconocido, promovido, patrocinado por las instituciones culturales más representativas? ¿Qué pasa cuando las luchas se fragmentan e interesan solo al grupo o clan al que se pertenece? Vivimos con una sensación atomizada en una sociedad que nos divide y etiqueta, donde nuestros datos se predicen, se fijan en los algoritmos. De hecho, nuestra capacidad de respuesta organizada se ve debilitada en un modelo que sólo nos tolera como público-espectador-consumidor. Museo Locutorio es un ensayo sobre la identidad anónima en los No lugares en que coexisten pequeñas historias por contar; donde las barreras institucionales y las divisiones invisibles son reemplazadas por iniciativas colaborativas que buscan derribar los muros de la exclusión y reivindicar la exploración de nuestra capacidad personal de imaginar y comunicar nuestra memoria de una forma creativa.