Corre el año 1973, y la desaparición de tres vecinos de la comarca de Cabuérniga, aparentemente sin ninguna conexión entre ellos, cambia la vida de las gentes del lugar. Así:
Luis, visitante llegado al azar, perplejo por las aparentes visiones de su doble por los pasillos del hostal, y que tratará de hacer justicia por los atropellos que sufre María, una niña de 13 años. Damián, sargento del Puesto de la Guardia Civil, desconcertado por los acontecimientos, extorsionado por una banda de traficantes, y que al final demandará ayuda a Miguelín, el último maqui de aquellas montañas. Manuela, joven madre dispuesta a enfrentarse a la ley no escrita de Anjanas de la Sierra, que obliga a ahorcamientos, o, en su defecto, desapariciones provocadas por los Justos, para nivelar el inalterable número de habitantes de 322 desde hace siglos. Vicente, trabajador de una granja de cerdos y que tratará de aprovechar esa vorágine para hacer desaparecer a Fermín, su patrón. Doña Fátima, antigua bailarina de tangos en los cruceros que partían hacia las Américas, y Fernando, y Juan, y Anselmo… Son eso: Navegantes de la vida en Cabuérniga, rodeados de montañas y de infinitos bosques plenos de belleza y misterio.
Diríamos que esta novela, profundamente humana, y paisanaje inolvidable, se engloba en la mejor tradición del realismo mágico, consiguiendo que la confluencia de sucesos mantenga siempre el interés del lector.