Tras la muerte repentina de su hija, un padre se enfrenta al fin de un mundo.
Neko no kokoro no es solo la historia de un duelo. Es la historia de un viaje. Es la historia de un renacimiento doloroso tras la devastación.
Para llegar a la fase de reconstrucción, el padre, el poeta, debe romperse por dentro, viajar a la tierra de sus ancestros más lejanos, Arapiles (Salamanca), pasear en la naturaleza solo, refugiarse en el calor de los suyos, en la soledad del invierno vitoriano, en el silencio de Salinillas de Buradón (Rioja Alavesa) y, por fin , en Canet de Berenguer, unirse al Mediterráneo, donde su hija Izaskun (alias “Neko”, en japonés “gato”) fue feliz.
Solo tras este periplo el poeta podrá, tras el estupor de la “Zona cero”, tras las etapas “De frío y agua”, recordar sonriendo a su Neko no kokoro, destruir todos los miedos, aceptar el desastre y comenzar la reconstrucción.
El resultado de ese éxodo es este libro.
El autor desea que los lectores lo transiten sin miedo.
Y que, tras el viaje literario, emprendan ese otro para el que solo tenemos billete de ida con ánimo y fuerza, valorando la efímera belleza del día a día.