Nihilismo y sentido es un libro cuyo contenido viene a dar cuenta de los temas que se pueden recorrer evocando las múltiples figuras de la realidad humana y cultural contemporánea. La Historia, el tiempo, el devenir: una tentativa por esclarecer el ámbito de lo temporal como ámbito donde se realiza el sentido. Su aferramiento reactivo o la renuncia desesperada a cualquier anclaje fuerte definen posiciones terminales en un campo de juego donde se disponen contendientes que ignoran las viejas categorías metafísicas que los hechizan. Redención, emancipación, progreso, dialéctica: otras tantas figuras, ahora arqueológicas y museísticas, de una conciencia moderna en lucha agónica contra el tiempo. La subjetividad y la realidad: el constructivismo ontológico del mundo contemporáneo produce la realidad como residencia simulada, la de un hombre a su vez producido como “sujeto” racional, a cuya instalación en el mundo socializado es reducido todo el sentido de una existencia desmundanizada. Todas las “patologías de la civilización”, hasta en sus casi imperceptibles manifestaciones, tienen que ver con este estado de cosas, estado en que utopía y distopía devienen intercambiables realidades de simulación en alta definición. Entretenimiento, tiempo libre, ocio, cultura de masas: el tiempo de la vida retomado por un sistema de civilización que no deja residuo de sentido, donde la vida misma se convierte en un asunto de gestión burocratizada. El poder y la información: el gobierno de los hombres que exige una instalación aparentemente pacificada en un mundo desrealizado. Los signos ocupan el lugar vacío del sentido de un poder ausente: un inmenso dispositivo disuasorio de realidad, secuencializada a través de encuadres, planos, travellings y zooms que, al volverla narrativamente (re)presentable, la producen también como una rara especie de filme de intriga psicológica. Sólo la ficción literaria y la reflexión teórica que se hacen cargo de estos temas tienen alguna posibilidad de perduración y consistencia, pues la mayor parte del discurso cultural del Occidente actual (filosófico, literario, estético, cinematográfico y político) sólo es una remisión, ya hoy muy gastada, a la Biblioteca de Babilonia… o de Babel.