María, una joven muchacha que perdió a sus padres en un trágico accidente, se consuela por las noches mirando las estrellas del firmamento… Y entonces piensa, con nostalgia, que sus seres queridos emprendieron el vuelo tras tener una vida plena, para más tarde ornamentar el cielo y brillar con fuerza en la noche serena.
Un hombre anciano esparce en el mar las cenizas de su esposa, recientemente fallecida tras una larga enfermedad. Y entonces piensa, estando a solas, que sus almas fueron olas que surcaron de la mano los mil mares de occidente para dar con el morir de la rompiente.
Nuestros protagonistas tienen la firme creencia de que la muerte no es el final de la vida, ya que la naturaleza del ser humano es profundamente misteriosa y posee implicaciones tanto físicas como espirituales y existenciales.
Siguiendo los postulados de la mecánica cuántica sobre la existencia de un alma eterna, habrá una conciencia que se mantenga viva después de la muerte, viajando a través del universo a salvo de los límites del tiempo y del espacio.
«Nuestras almas viajarán eternamente a través de mundos simultáneos y universos paralelos, como centellas luminosas rebosantes de energía pura».