¡Caray! Es difícil que un libro nos deje sin palabras, pero este libro es indefinible, e intentarlo supone restarle valor. Son cuatro momentos, completamente diferentes y, sin embargo, ligados con el cordel periodismo. Son tremendos por cuatro causas aparentemente, solo aparentemente, diferentes.
En el primer momento, con realista sensibilidad, emociona en su segundo relato introductorio. No hacen falta muchas palabras; diríamos que ahogan, y ha elegido las propias para un mensaje directo, terrible, sincero, empático, doloroso, real y lleno de impotencia.
El segundo momento, con la realista visión de un periodismo nonato que se aborta por estructuras de poder, según refleja el autor con literatura cruda y densa, expone sin medias tintas su ciencia del periodismo, no el periodismo manipulador que consumimos día a día.
El tercer momento, de realista exposición científica y documental, combina una breve exposición de lo que debiera ser el periodismo en el siglo XXI, y que contrasta hábilmente con concursos públicos vividos como protagonista, en los que las sospechas endogámicas se abren paso para poner en duda muchas realidades sociales.
Y el cuarto momento, de realista introspección, apunta hacia un mundo virtual y una entrevista tan inteligible como lo contrario.
Sería ilógico resumir este librito. Es un libro abierto, de contenido libre, plagado de sencillez y sensibilidad. Es un libro limpio y honesto, con realidades tangibles hacia un sueño utópico. La conclusión, su realidad, es clara: nunca ganará el Nobel… Es su deseo.