Un entorno familiar hostil empuja a Belén a poner tierra de por medio. La huida lleva consigo una terrible penalización: dejar atrás a lo que más quiere: Carmina, su hermana.
La nueva vida en la gran ciudad no es la postal idílica que se ha fraguado en sus pensamientos. Belén topa con una capital áspera y poco receptiva. Como si de una tragedia griega se tratase, irá padeciendo calamidades hasta caer en los infiernos de la drogodependencia que golpea con puño de hierro a miles de jóvenes. Carmina presiente las dificultades de su hermana y emprende el mismo viaje que hizo ella años atrás para intentar localizarla.
Nunca seremos princesas se adentra en un mundo habitado por perdedores que asumen su condición sin rechistar, habla del amor incondicional que no conoce reparos y enseña las finas costuras que separan la gloria del fracaso.
¿Encontrará Carmina a su hermana?