La voz de reivindicación que claman las naciones carentes de auxilio, es la misma y posiblemente un poco más, que clama la población en general y la annobonesa en particular, dentro un oscuro puzle sin pronóstico de color y sabor.
¡ÔH NGÔLÔ! Memoria de mi caminar por la vida, no sólo es el grito de auxilio que vierten las doloridas mujeres de mi país, sin ser atendidas, sino, también, la afilada lanza que atraviesa la mente y el corazón de todos los naturales del mismo. Los niños se sienten solos. Los padres se consuelan fumando hojas de papaya, mientras que, las mujeres se exhiben caminando sin bragas, en esas pordioseras calles a merced de cualquier lobo feroz sediento de carne. Este es el algoritmo de mi tierra chica. ¡Ostia, dejarnos vivir como los demás países…!