Cuando en la pequeña consulta médica de la aldea de Sodupen empiezan a aparecer personas que parecen haber estado expuestas a radioactividad, saltan todas las alarmas en el Gobierno de Arana. No hay ninguna central nuclear cerca ni nada que explique una exposición a la radioactividad.
Los afectados, que empiezan a llegar a cuentagotas al médico del pueblo, son vecinos del valle, hombres y mujeres de mediana edad, a los que solo une —no tienen ninguna otra cosa en común, ya que no son ni del mismo pueblo, sino de los pueblos del valle de alrededor, y tampoco trabajan en el mismo sitio— el ser senderistas y haber bebido agua en el merendero de Fuentefría.
Cuando ya dejan de ser uno o dos casos aislados los afectados por aquella extraña enfermedad, el Gobierno de aquel pequeño valle teme que la noticia estalle y salte a la prensa, llegando a la opinión pública…, pero de repente aparece un virus mundial proveniente de China que desencadena un cierre de las gentes en sus casas, lo que paraliza la investigación de qué estaba pasando en aquel misterioso valle rodeado de bosques.