La extraordinaria admiración que despertó don José María Orberá y Carrión, obispo de la Diócesis de Almería durante los últimos diez años de su vida, 1876 a 1886, por su inagotable labor con pobres, enfermos, niños y niñas. Fundador de congregaciones, construyó el convento a las Siervas de María y un colegio para los necesitados. Desde su Valencia natal trajo a las Hermanitas de los Ancianos Desamparados. Desde Tudela, en Navarra, a la Compañía de María, construyendo un convento, que hizo las veces de Monasterio e Iglesia. También desde Sevilla se trasladaron las religiosas Filipenses para recoger a las jóvenes que vivían en la calle, y consiguió que las Claras y las Puras recuperasen sus antiguos Conventos-Monasterios. En la provincia restauró numerosas Iglesias y casas sacerdotales.
Todo ello, pone de relieve que Manuela González Ruiz escriba, con pericia y conocimiento, algunos aspectos especialmente relevantes de su fecunda labor.
Sus argumentos no son teológicos, en el sentido clásico, pues se trata de una biografía bien documentada que analiza y expresa el ejemplo de su vida evangelizadora y apostólica.
La autora hace hincapié y destaca, también, a sus contemporáneos que hoy rezan en el Santoral de la Iglesia Católica, como respuesta histórica, acumulación de conocimientos y semilla de pensamientos para el pueblo cristiano, y especialmente para los almerienses.