La vida es imprevisible. Un día lo tenemos todo y
al siguiente nada. Bueno, nada no, LA CALLE…
Hay almas que viven en esa nada en la que uno ya
no se conoce a sí mismo.
Pan para hoy quiere reflexionar acerca de la subjetividad
del individuo para adaptarse a una situación
extrema usando la retórica mordacidad valleinclanesca
de principios del siglo XIX, que podría exportarse
perfectamente hasta las calles de cualquier
ciudad de nuestros días.
Esa sombra de la que apartamos la vista porque no
es agradable de ver. Aunque hasta nuestras mismas
necesidades pueden ser algo subjetivas y alguien
mucho más necesitado puede ser la tabla de salvación
de otros muchos que, teniendo mucho más, se
sienten más desvalidos.
¿Qué necesitamos para sentirnos bien? La lista se
aumenta con cada generación. ¿Es necesario todo
esto si, aun teniéndolo todo, no nos sentimos satisfechos?
Pan para hoy es un homenaje a la onírica percepción
de la felicidad en la mente de todos nosotros,
y lo lejos o cerca que esta puede estar en función
de la predisposición de cada cual para afrontar la
propia vida.
Al fin y al cabo, como suele decir doña Petra en
esta obra, todos vivimos «esperando un Talgo a
Ciudad Real».