Somos el delicado lienzo donde la vida dibuja
a trazos sus azares: a veces ahondan como
puñales, otros relamen como lenguas, otros
languidecen superficiales. Muchas pinceladas
hierven pero luego en el óleo caminante
cicatrizan como nuestras verdades a medias.
Otras heridas ya escarchadas se perpetúan
como la nieve en las cumbres altas. En el
amanecer de las palabras libertarias, un nuevo
poema se enfrenta a ellas: las expone, las redime,
las acepta. Los versos nunca duermen, nunca
cejan, aunque las arañas se retroalimentan,
subsisten como espectros en la niebla.
Este poemario es el espejo existencial de unos
pocos años, con su pesado lastre y su grácil
pájaro de futuro. Otro cuadro intimista
más: amalgama de ilusiones y esperanzas, de
ausencias y tristezas; todas flotando en un
ámbar ecléctico, onírico, quimérico y ya por
hartazgo realista. Eso sí el ayudante y pintor
íntimo no es de brocha gorda: cuenta con toda
la acuarela del corazón, con todo el arcoíris del
alma.
Biografía:
Jose Antonio Marfil García (Don Benito, 1966).
Otro que ingenuamente pretende salvarse del
tiempo y la distancia, y que no encuentra mejor
arma, mejor placebo, que la poesía. Autor del
libro Mirada azul inacabada publicado en 2015,
sigue «erre que erre» con este segundo proyecto
lírico publicado en Círculo Rojo, Pentágonos de
amanecer.
Su formación académica y su profesión ligada a
las nuevas -más bien desangeladas- tecnologías y
sobre todo los entresijos del poder, contribuyeron
a que buscase con denuedo el «almacorazón»
de las gentes: ese que convive junto a dioses y
demonios. El de los lugares es más accesible;
mira que declaman y acarician los paisajes o las
estrellas.
Se considera rayano por naturaleza, le habita
la frontera, «la aldea de galos» de La Codosera.
Se amamanta de tierras ancestrales hermanas,
siamesas, que desoyen muchas veces los
exabruptos de las desuniones, de las banderas y
de otras interesadas convenciones humanas.
En su vida hay un «yo» antes de ser padre que
empequeñece y un posterior «nosotros» oceánico
que crece y crece con sus dos hijas navegantes:
Celia y Lorena.