Una inusitada explosión de creatividad, tras años de sequía narrativa, sitúa a Edelmiro Ledesma en una difícil encrucijada, la de contar tres historias al mismo tiempo. Tres historias tan diferentes como diferentes son los personajes que las protagonizan: Gabino Rampante, joven rebelde y aventurero; Alonso de Aguilar (también conocido como el Joraique), bandolero morisco que trajo en jaque a los cristianos viejos y a los soldados del rey Felipe II, tras la rebelión y derrota de los moriscos (1568-1571); y el magnate Donaldo Trumpeta, cuyo disparatado secuestro planearán el citado Edelmiro Ledesma, su inseparable Cosme y el joven Gabino, trasvasado desde su aventura americana a la historia nuclear del secuestro por obra y gracia del profesor Ledesma.
Una novela constituida por un singular puzle. Una primera historia abandonada nada más comenzar, porque su protagonista es llamado por el autor para que forme parte de otra historia diferente. Una segunda historia, escrita en forma de crónica por el maestrescuela de la catedral de Almería, que traslada al lector a la rebelión de los moriscos en la segunda mitad del siglo XVI. Y la tercera historia, la guinda al pastel, narrada como una ficción hecha realidad, con el pretexto por parte de su autor (Edelmiro Ledesma) de ahorrarse escribirla. Al final, queda la sensación, como reconoce uno de los personajes, de que Edelmiro se ha perdido entre todas sus historias.