“…Me permitan dedicarles el siguiente REBUZNO, dicho sea con mucho orgullo: burros píos, burros peregrinos. Yo me rindo ante vuestra santidad, sois dulzura, sois nobleza, sois un sueño, sois pureza, sois la audacia, sois la paz; desde el rabo a las orejas sois ternura y humildad. Nadie se burle de mí, que nadie de mí se quiera burlar si anhelo ser como un burro, un burro más: retozar en el pueblo, olvidar la ciudad, disfrutar las praderas, soñar los caminos, ser más perfecto y más racional. Si tuviera todo eso, y lo podría hasta jurar, no me importan la montura, ni la alforja, ni el ronzal, ni tirar por la calesa, ni siquiera el rebuznar.”
(C. Alberto García García).
“…Don Mateo, atropellado por tanto halago recibido, no pudo por menos que sentirse lleno de presunción ante la abundancia de piropos de aquella estupenda cocinera y agradable mujer. Esperó con cierto sonrojo a que este breve pero jactancioso momento pasase veloz y solamente ser visto por los allí presentes como un hombre orondo, y no ancho que hubiera sido más vulgar y de menos calado intelectual.”
(Juan Félix Sandín García).