Nunca estuvo segura de ser capaz de hacerlo, pero siempre quiso hacerlo.
Era una apuesta arriesgada. Muy arriesgada. Podría, sin duda, costarle la vida. Era consciente, totalmente consciente. Pero su vocación la impulsaba y la acompañaba en todo momento.
Ella era periodista. Amaba el periodismo. Pero no se conformaba con su trabajo en la redacción de Londres.
No se podía conformar. No se quería conformar. Eran tiempos convulsos, intensos, duros, muy duros.
Y ella quería contarlo. Tenía que contarlo. Si no, ¿quién más lo iba a hacer?
E.G.Ferrero