Lo que en realidad me compensa del esfuerzo que supone publicar un libro no es el dinero que recibo con la venta de cada ejemplar, es saber que quien lo compra no lo hace porque está de moda y acaba cubierto de polvo en una estantería; lo adquiere para leerlo, compartirlo y hacerlo suyo. Por eso, cada entrada en mis blogs, cada comentario, cada lectura, es el mejor regalo que puedo recibir y el acicate para seguir escribiendo.
Cuando constato que más de dos millones de personas me han obsequiado con sus visitas y comentarios, no puedo menos que considerarme afortunado; afortunado por hacer lo que me gusta y poder compartirlo con todos aquellos que son mis amigos. Espero que Plenilunio os ilumine el alma en esta noche sin estrellas que amenaza con ser eterna, ¡brindemos por ello!