«La poesía, sin el elemento esencial de la belleza, no es poesía». Alejandro F. Alameda se define a través de “Poemas de un visionario” como un gran poeta de interés, sosteniendo la opinión de que la poesía contemporánea se ha desvirtuado, por perder el elemento esencial que la une a la riqueza del esteticismo. Cuántos poetas han abusado de la retórica, del lenguaje estilístico, que la mera plasmación de la sensibilidad o el sentimiento han despojado el adorno, quizá porque no se
ha sabido enmendar con estupor e imaginación lo que ha acabado como una inauguración en la que las guerras y los sistemas políticos han creado diásporas en el terreno del arte.
Desde sus primeros inicios en la poesía con lecturas como Lord Byron o William Blake, o etapas de mayor profundidad en las que bebió de Walt Whitman (muy admirado por Alejandro) o Charles Baudelaire, también ha sabido hacer un hueco en su biblioteca a autores como Safo o Emily Dickinson (por las que siente una gran inclinación). No obstante, Alejandro ha podido preocuparse de la poesía de multitud de eminencias del siglo XX. Autores de enjundia intelectual como Luis
García Montero, Julio Ángel Olivares Merino o Antonio José Alcalá han valorado positivamente su poesía.