Vanessa (sí, con dos eses), es una chica guay que, de la noche a la mañana, decide ser escritora. Borja Beltrán, director de una editorial al borde de la quiebra, ve en la incipiente vocación de la joven y, sobre todo, en el dinero de su riquísimo padre, la salvación a sus problemas económicos. Junto con Bruno, amigo y escritor habitual de la editorial, intentarán convertir el caótico manuscrito de Vanessa (sí, con dos eses) en un libro de éxito titulado: Póh-Yón Island.
No será tarea fácil. La surrealista trama se sitúa en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. El joven Bob Alicon júnior se alista en el ejército. El magnate Bob Alicon sénior, con el fin de no perder a su atolondrado, pero único, heredero, decide organizar su “propia e inofensiva” guerra en un islote del Mississippi. Para ello contrata a los integrantes de un teatro-cabaret en crisis de Nueva Orleans.
De pronto, la isla se llena de bailarines, músicos, tramoyistas, palmeras de cartón piedra con olor a pintura, tiburones que en realidad son caimanes, jubilados haciendo de enemigos, chinos haciendo de japoneses, un galgo cojo algo enajenado haciendo de galgo cojo algo enajenado, una iguana que muerde los bajos de los pantalones… Todo un enorme caos dirigido por el sargento Henri y el capitán McHara (ni qué decir tiene que ni uno es sargento ni el otro capitán).
¡Ay, qué no haremos por los hijos!, ¿verdad?