Porque tuve tanto miedo a enamorarme que creí que el miedo le ganó al amor.
Porque durante demasiado tiempo me sentí frágil, indefensa y absolutamente perdida.
Porque me tambaleé, perdí el equilibrio y de pronto todo mi mundo empezó a temblar.
Porque dudé de mí. Porque dudé ante la idea de no sentir suficientes todos los intentos, fallidos, que hice para que te quedaras.
Porque, sin yo darme cuenta, me empujaste a buscarme.
Me obligaste a sentirme libre.
Porque me encontré, recuperé mi sonrisa y nunca volví a ser la misma de antes; ahora soy alguien mejor.
Porque, aunque duela, y mucho, siempre debemos perder el miedo a rompernos.