Quebradizos como una generación criada de espaldas a la intelectualidad, los límites del ser humano, esos de los que tan convencidos parecemos estar de su existencia, no van a dejar de ser sobrepasados una y otra vez por Manauel para mostrarnos con su inesperada travesía de lo ordinario el entramado que conforma la fantástica realidad en la que se encuentra. Quién sabe, a lo mejor desde otro lugar, la muerte, lejos de ser ese trago que nadie quiere tomar, solo es un paso necesario para avanzar volviendo lógico el proceso. Hacerlo por deméritos propios será su nuevo comienzo, y es que como se puede ver hasta la saciedad, hasta el amor no está exento de llegarse a malinterpretar. Con la variedad entera de épocas dispuestas para dejarse apropiar en cada regreso, solo él decidirá cuántas ha de pasar para descubrir el auténtico propósito al que tendrá que darle vida para poder continuar su camino hacia la eternidad.