Que existe incompetencia en la política es algo de lo que es difícil dudar. Y de que una enorme proporción de políticos son y han sido tachados de ineptos, incompetentes, mentirosos, arrogantes, desleales o corruptos, cuando no de inmorales, crueles o asesinos, tampoco. El tema es de una enorme gravedad porque, más allá de la anécdota, en que una negligenia es rápidamente desbordada por la siguiente, las decisiones de estos personajes siguen haciendo un daño inmenso e irreversible a la sociedad.
Mediante una amplia revisión histórica muy bien documentada, desde el neolítico al nefasto S. XX, el autor analiza esta penosa realidad, para continuar aplicando, desde la visión de diferentes autores y teorías, varias hipótesis psicológicas sobre las causas de estas conductas claramente desviadas. Se revisa el modelo filosófico, el no-ético, el de la personalidad trastornada, el de la enfermedad mental, y el más moderno de las conexiones neuronales, sin olvidar los procesos psicológicos de persuasión-sumisión, que hacen que miles de años después, todo siga igual.
En el penúltimo capítulo, bajo una tesis de desorden generalizado en el funcionamiento de los partidos, el autor analiza decenas de casos típicamente españoles en que la ineptitud y la desfachatez han campado a sus anchas, todo ello tendente a concluir que los avances democráticos se han ido dejando en el camino seleccionar mejor a sus candidatos, y que bajo la hipótesis bien defendida, de que la incompetencia es previsible, se hace necesario y urgente intentar acabar con ella.