En síntesis, esta novela es la sucesión de desventuras que le pasan a un científico medio loco y, por proximidad, también a dos mendas que trabajan con él, que ha inventado una máquina del tiempo y en vez de dedicarse al estudio y la investigación y todas esas cosas propias de un científico medio loco como Dios manda, pues el tío se ha empeñado en hacerse millonario a base de hacer chanchullos no demasiado legales. Y claro, cuando uno va en plan buitre, y se piensa que todo el monte es orégano, pues le pasan reveses de mayor o menor cuantía como le pasó al tío este, a D. Alberto, el protagonista de esta novela que, por su mala cabeza, termina sus días tirándose por una ventana.
Luego, el final es muy curioso, porque aun siendo un final dantesco, apocalíptico y tremebundo, el autor se lo sigue tomando a cachondeo y lo sigue contando como si fuera cosa de broma, cuando es un final que debería meter miedo, un miedo atroz y terrible. ¡Es inaudito! ¡Qué llegaremos a leer!