Todos somos un continuo regreso, para nosotros mismos y para los que nos rodean. Las historias nos observan como un tirador de élite dispuesto a disparar aleatoriamente. ¿Por qué a mí? Porque ahora te toca vivir a ti lo que otro ya vivió. Las historias se repiten. No es nada personal. Es mi vida, es la tuya, es la suya. Las historias van y vienen como esos pájaros migratorios que al alzar el vuelo no saben si su resistencia alcanzará para tan largo viaje y regresar a buen puerto. La vida no es justa, ni tiene un proyecto preconcebido, ni un plan B para cada uno de nosotros. El destino es azaroso y nos pone a prueba en todos los sentidos, tiene cambios imprevistos que nos caen encima como lluvia fina, ese calabobos que al menor descuido ya nos tiene, de arriba abajo, completamente empapados. Si puedes, coge un chubasquero, por si acaso. Pero tarde o temprano nos atrapará lo bueno o lo malo. La vida puede ser dura y otras veces generosa. Pero es del todo cierto que no hay mal que cien años dure. Centenarios hay bien pocos. Clara conoce historias que no cuenta. Pero no olvida a sus mejores actores.