Este libro es el segundo del autor que, en el espacio de tres meses, ha editado con esta misma Editorial. En su anterior obra, puso de manifiesto muchas de las falacias cometida por la Iglesia Católica para inventar la religión que defiende como “única y verdadera”. En esta última, pone de manifiesto otro dato transcendental y que afecta a todos los seres humanos en general que nacemos en occidente, creyentes o ateos influenciados por los conceptos católicos que defiende el dogma de nuestra existencia en una sola vida y en otro falso dogma de que nuestras faltas son perdonadas. Es decir, que al amparo de un decreto del Emperador Justiniano I, el concepto de la Reencarnación, fue prohibido como creencia en todo el orbe romano, bajo pena de muerte, y con ella, su igual gemela, la también Ley Universal de Causas y Efecto. El autor expone como la Iglesia actualmente intenta desprestigiar a través de numerosas webs de internet cuando se consulta sobre la reencarnación. El autor explica, punto por punto, las diferencias entre reencarnación de las Almas humanas y la metempsicosis que se debe aplicar exclusivamente a los animales. Incluye varios dibujos explicativos y hace referencias a extensas explicaciones que sobre estos temas expuso en su primera obra titula “Fanatismos Religiosos VERSUS Alternativas Espirituales”. También expone algunas situaciones ilustrativas de cómo funciona y nos afecta el karma, así como nuestra realidad Divina como Conciencias emanadas de la Divinidad Inefable, que la Iglesia pretende dejar en segundo lugar como hijos de Dios pero por la fe o el supuesto sacramento del Bautismo, cuando la realidad, explica el autor, es otra visión inconmensurablemente más prometedora que la sostenida por los dogmas católicos. Trata desde la perspectiva cristiana y a la luz de estas dos Leyes, de asuntos tan polémicos como la homosexualidad, la infidelidad y los abortos. Con estos fundamentos y, considerando la UTILIDAD UNIVERSAL DE ESTAS LEYES, el autor tiene la firme intención de recuperarlas y popularizarlas en Occidente, que es donde no se las tienen en cuenta, para que el máximo de personas sepan a qué atenerse en sus actos y las verdaderas perspectivas de su futuro más allá de la etapa como ser humano.